domingo, 10 de enero de 2010

Orden

Dice Octavio Paz en su libro “El laberinto de la soledad” que el mexicano aspira a crear un orden. Aunque no parezca verdad podemos ver señales de ese deseo de orden en muchos aspectos de la cultura mexicana. Ese deseo de orden es la causa del caudillismo y las eternas luchas internas por el poder (de hecho creo que Octavio Paz asi también lo manifiesta en su libro). En México no queremos un salvador que nos libre del sufrimiento pues en México el sufrimiento purifica y enaltece. Queremos alguien que sea capaz de imponer su orden sobre el de sus enemigos.
Aún en el Mexico de hoy en día podemos ver ejemplos de esa forma de pensar. Cualquiera que haya crecido en el centro y norte del país habra escuchado a sus mayores expresarse sobre quienes buscan justicia social como vividores, flojos, revoltosos, que son pobres porque no se ponen a trabajar como Dios manda, que deben ponerse a trabajar en lugar de esperar que todo se los de el gobierno. Estas expresiones no distinguen la causa por la que los “revoltosos” estan peleando. Así se expresan de los maestros de primaria que piden aumento salarial, de los homosexuales que piden igualdad de derechos, de los indigenas que piden la libertad de sus presos politicos y de los que piden que las mineras canadienses dejen de contaminar. Nadie se salva no importa que tan justa sea la causa. El mexicano le teme mas “desorden” que a la pobreza y a la injusticia. Tanto en el hogar como en el país se respeta al lider que sea capaz de imponer su orden y no al que sea capaz de entregar justicia y prosperidad a sus seguidores, al pueblo o a sus hijos segun sea el caso. Por eso el pueblo prefiere votar por el candidato que promete orden que por el que promete justicia social, por eso no importa si el ejercito viola los derechos de los detenidos en su afan por “acabar con el narcotrafico”, no importa si el gobierno es capaz de reprimir a palos las huelgas de maestros, no importa si el presidente disuelve una empresa paraestatal como “Luz y Fuerza” aunque sea ilegalmente y no importa si el padre de familia usa cualquier medio a su alcance para disciplinar a los hijos aún cuando ni siquiera los alimente.
Ojala nos fijemos en lo que ha pasado en otras naciones, especialmente otras naciones latinoamericanas, donde por usar el orden como medio para conseguir la prosperidad quedaron años atrapados en dictaduras horribles y les salio caro aprender la lección. Ojala ese no sea el precio que tengamos que pagar para aprender la nuestra.

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